Tú y yo sentados en una banca frente a un videoclub. El clima es cálido a pesar de que aún no se asoma el sol y no se debe a la luz que irradian las lámparas, sino a que nuestros cuerpos están tan próximos el uno del otro mientras miramos las estrellas. El tránsito peatonal es escaso por lo que podemos hablar sin preocuparnos porque alguien escuche nuestro intercambio oral. De pronto los dos reímos fuertemente, primero tú y después yo al alegrarme tanto de que pueda generar en ti esa sensación, jaja, de seguro fue una estupidez de las que siempre me sobran. Lentamente comienzan a desaparecer las estrellas que hasta esos momentos habían estado atentas a nuestras acciones. Siento una incandescencia sobre mi mano y descubro luego que es provocada por la tuya estrechándola fuertemente. En ese momento escucho pasos y rápidamente te la arrebato de entre tus dedos y la meto a mi bolsa con el pretexto de buscar mi celular. Pasa un hombre que gentilmente nos saluda con un leve movimiento de su cabeza y, al alejarse, tú me dices que no debo temer, que no pasa nada. Objeto tu respuesta con mis propios argumentos: “obviamente sí pasan cosas. ¿Qué no sabes dónde estamos?” es lo que repito una y otra vez. “A nadie le importa lo que hagamos, sólo hazlo, atrévete. Confía en mí”. “Confía en mí”… Al parecer, esas palabras son mi talón de Aquiles porque, al escucharlas, siento que en realidad no pasa nada y si pasan siento que verdaderamente no me importa. Sonrío. Te das cuenta que has logrado tu objetivo y súbitamente te levantas, estiras tu mano hacia mí y con un ademán me invitas a que te acompañe. Me río y pienso “estás demente”. Al fin me atrevo a tomar tu mano y me llevas rápidamente al sitio de mayor concurrencia. Allí, me estrechas contra tu pecho y me dices nuevamente que confíe en ti, lo cual tiene un efecto parecido al de los imanes y sin dudarlo te beso como si fuera la última vez que estaríamos juntos. Los transeúntes siguen pasando, ni siquiera nos voltean a ver y, mientras tanto, tú y yo seguimos abrazados y besándonos como si fuera la última vez, como si fuera nuestra única oportunidad. “¿Lo ves? A nadie le importa”, me dices con una sonrisa en el rostro. Miro alrededor y confirmo que tus locas teorías eran ciertas. Es como si no existiéramos. El sol comienza a salir y comienza a pintar el cielo de colores otoñales, la gente sigue pasando y el tráfico vehicular comienza a ponerse más pesado, Y nosotros ahí, en medio de todo, como si no existiera un mañana y… ¿Quién sabe? Tal vez no exista.
"Frente al Videoclub" by Siniestro
Imagen: http://www.flickr.com/photos/tuliotigb/3848339341/sizes/o/
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